Este es único restaurante con estrellas Michelin en la región dell’Emilia-Romagna

El alma de Emilia-Romaña en un plato: San Domenico, las únicas estrellas Michelin de la región

Cortesía: San Domenico Instagram / @sandomenicoimola.

En una región que ha dado al mundo el Parmigiano Reggiano, el prosciutto di Parma y la pasión visceral por el motor, sorprende —o tal vez no tanto— que su joya culinaria más refinada sea también un símbolo de discreta elegancia: San Domenico, el único restaurante con (2) estrellas Michelin en toda Emilia-Romaña. Situado en Imola, sí, esa misma región de rugidos de Formula 1, este templo gastronómico es un himno a la tradición italiana elevada a su forma más pura y sofisticada.

Una casa, una historia, una visión

Fundado en 1970 por Gianluigi Morini, San Domenico nació del amor por el cine, el arte y —por supuesto— la cocina. Lo que comenzó como una suerte de laboratorio doméstico de anfitrionaje gourmet se transformó, con la ayuda del mítico chef Nino Bergese, en el primer restaurante italiano en romper con la informalidad de la trattoria sin renunciar a la calidez de la casa italiana. Aquí no hay artificios innecesarios. Lo que hay es respeto: por el producto, por el huésped, por la historia.

Morini no solo convenció a Bergese de salir de su retiro, sino que también lo emparejó con un joven prometedor: Valentino Marcattilii. De ese dúo nació una cocina que recupera el alma de las grandes casas nobles italianas y la sirve con la humildad y precisión de quien sabe que el verdadero lujo no necesita explicaciones.

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El plato que canta: Uovo in raviolo

Cada restaurante tiene su signature dish, pero pocos logran convertirlo en un ritual como San Domenico con su célebre uovo in raviolo. Este “huevo dentro del raviolón” es una caricia de espinaca, ricotta, yema líquida y trufa, envuelto en pasta fresca y mantequilla noisette. Es un plato que no cambia, que no quiere cambiar. Como una canción de amor que, por más que se repita, sigue erizándole la piel al chef que la interpreta.

De Imola al mundo (y vuelta al origen)

San Domenico no se detuvo en su pequeña plaza frente a los jardines del centro histórico. En los años 80 y 90, su filosofía cruzó el Atlántico: Nueva York, Miami, San Francisco, Hong Kong. Pero fue en casa donde encontró su madurez. Hoy, bajo la batuta de Massimiliano Mascia, sobrino de Marcattilii, el restaurante continúa su legado con una mirada contemporánea, sin sacrificar su esencia.

La “Saletta 22” es el nuevo manifiesto de esa evolución: una chef’s table íntima, sofisticada y decididamente moderna donde cada detalle —desde las cerámicas oscuras hasta los vinos seleccionados— habla del presente sin olvidar de dónde viene.

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¿Por qué San Domenico es el único con estrella?

Quizás porque Emilia-Romaña no necesita competir. Sus quesos, embutidos, pastas y vinos ya están en los altares del mundo. Pero San Domenico va más allá: no sólo celebra el territorio, lo interpreta. Y lo hace con una elegancia silenciosa que rehúye de los flashes, pero seduce a quienes saben mirar.

En una época en la que muchos restaurantes persiguen tendencias como quien persigue likes, San Domenico es un susurro constante que te dice: “Aquí, lo importante sigue siendo el sabor, la memoria, y el placer de sentarse a la mesa”.


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